|
.
Jamás me creí tu abrazo y mucho menos tu beso; aunque henchido de placer y tal vez muy confundido, me hice el tonto...el distraído para gozar tu querer. Fuí un celoso obsesionado ...un necio y un inmaduro, que nunca estuvo seguro de la hembra que llevaba y por eso sospechaba que se venía algo duro. Un final con mil excusas tan vanas como pueriles, como ojivas de misiles que asestaban en mi centro y que llegaron, por cierto, a mi corazón...ya muerto. Aunque igual por muchos vicios o falta de grandes virtudes; la situación no la eludes - cuando la mujer decide que la cosa ha terminado - y por más pasión que pongas no la arreglas ni mamado.
Poema publicado
simultáneamente en: |