Ah! Qué bello es contemplarte,
llegar al punto de tu pensamiento
para observarte en el hechizo
de tus dulces hábitos...
que se muestran hermosos
pintando tu interna belleza.
¿Inocente, o quizás algo pícara?
Ay! Qué bueno es verte
persignándote en algunos momentos;
corriendo esos cortitos pasos;
gesticulando, como intranquila…
iluminada de una magia muy personal
que multiplica tu hermosura;
como tu bondad interior.
Así, mi amor, te suelo ver
en el esfuerzo de realzar tu persona;
en la espontánea y dulce manifestación
que nace de tu espíritu sensible
y poblado de tolerancia hacia los otros…
detenidos sobre tu expuesta belleza
para regocijo de sus almas.
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Autor: Jorge Horacio Richino
"El Escritor de la Web"
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