.
. Me quedé con aquello que fue, que me acompañó en los años pasados; aquellos años que con mucho brillo dieron color a un tiempo ... a un estilo de vivir. A pesar de aceptar muchos nuevos modismos -estilos propios de últimas generaciones- me quedé nostálgicamente aferrado a un tiempo ocurrido que veo irremediable y lentamente olvidado. Duele observar que se pierde tanto arte, tanta creación, como duele también ver que se relega a aquellos hacedores de obras que, poco a poco, caen en el abandono. Figuras que ocuparon la cima del éxito hoy están en el descarte de los que llevan el juego, y hasta apenas se puede llegar a comprender que es propio y natural de la evolución de la humanidad. Es penoso resignarse a que se advierta perdido tan importante material que representó a una época ... una época que bien claro marcó grandes creaciones que quisiéramos que nos simbolicen cuando ya no estemos. Me duele el alma de sólo pensarlo y no puedo impedir que nazcan nuevas ideas y se conviertan en las obras de flamantes multitudes. No puedo impedir -de acuerdo a lo que observo- que lo maravilloso se transforme en escaso y la genialidad continúe apagándose en un asolado devenir. .
|